Uruguay, un país laico de América Latina, ha mantenido una separación clara entre la Iglesia y el Estado a lo largo de su historia, marcando su camino hacia un laicismo progresivo. Desde 1919, Uruguay eliminó oficialmente la celebración de festividades religiosas como la Navidad del calendario oficial, reemplazándola con el “Día de la Familia”. Este cambio es parte de un proceso más amplio que busca la secularización de las festividades religiosas.

El camino hacia el laicismo en Uruguay comenzó en 1861 cuando los cementerios, anteriormente controlados por la Iglesia, pasaron a estar bajo la jurisdicción del Estado. A lo largo de las décadas, la Iglesia católica perdió progresivamente su influencia y poder simbólico en el país. Se implementaron medidas como la obligatoriedad del matrimonio civil antes del religioso en 1885, la aprobación de la ley de Divorcio en 1907 y la eliminación de la enseñanza de la religión en las escuelas públicas en 1909.

José Batlle y Ordóñez, presidente en dos periodos entre 1903 y 1915, lideró una ofensiva contra la Iglesia, consolidando el laicismo en Uruguay. Este proceso no solo buscaba separar la Iglesia del Estado, sino también cambiar la cultura y promover una sociedad basada en principios laicos.

El reemplazo de la Navidad por el “Día de la Familia” en el calendario oficial refleja la transformación de festividades religiosas en Uruguay. Aunque estas fechas se siguen celebrando, su nomenclatura oficial ha cambiado para reflejar un enfoque laico. Este enfoque es un fenómeno único en la región y ha convertido a Uruguay en un caso de estudio para comprender cómo las sociedades pueden secularizar festividades arraigadas en tradiciones religiosas.

El Pew Research Center destaca la singularidad de Uruguay en términos de laicismo en América Latina. Un 37% de la población no tiene afiliación religiosa, con un 24% que no tiene una religión particular, un 10% que se declara ateo y un 3% agnóstico. Estos números contrastan con otros países de la región, donde los niveles de afiliación religiosa son más altos.

En retrospectiva, la decisión de Uruguay de secularizar festividades y eliminar la Navidad del calendario oficial muestra la evolución de la sociedad hacia un laicismo más profundo, donde las tradiciones religiosas ceden espacio a una celebración más inclusiva y centrada en valores compartidos como el Día de la Familia.

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